martes, 28 de octubre de 2014

Ser gordito en Venezuela

Hola, soy Miguel, y soy gordo…. Y comienzo mi monólogo de esta manera y con esta frase que recuerda a terapia de grupo porque en estos días ser gordo es como un pecado, como haber matado a alguien o incluso, como ser un adicto pusilánime pues….

Pero los gordos o rellenitos (aunque mi mamá dice e insiste en que no soy gordo sino fuerte) tenemos algo que no todas las personas tienen….Osadía, sí, así como lo leen, osadía. Es tanta la que tenemos que podríamos fundar Gordos Anónimos y en plena reunión de terapia, escuchar las historias de los compañeros mientras nos comemos unos snacks, saben, para la ansiedad y la angustia. Sin embargo, a veces no tenemos lógica, sino díganme ¿Qué gordo puede ser anónimo? Porque al alcohólico se le pasa la borrachera al día siguiente y puede disimular en el trabajo y con los amigos, mientras no beba, ¿Pero nosotros los gordos? ¿Cómo hacemos? ¿Nos quitamos los kilos? ¿Salimos a la calle con antifaces?

¡Mira mamá! ¡Un gordo!......Si hijo, lástima que no sé quién es, lleva antifaz… seguro que es de GORDA (que son las siglas para Gordos Anónimos, por cierto).


Es que los tiempos han cambiado mucho, antes estar gordito era sinónimo de belleza, ¡De salud! Cuando te veían de niño y te veían gordito, lo primero que decían las tías y las abuelas era: “¡Ay, pero ese muchacho si está sanote, que muchachote!” y te agarraban ese cachete que no te lo soltaban hasta que sonaba….. Plas! Si supiera uno mentarla a esa edad…. pero bueno.

Yo recuerdo que me di cuenta que estaba algo pasado de kilos, de niño, una vez que me llevaron al parque y mi mamá me dijo que me fuera al “Sube y baja” con mi hermana a jugar…bueno, aquello no fue normal… Verán, mi hermana siempre fue delgada, digamos que fue la primera chica fitness que conocí, como la Sascha pero sin hacer ejercicios y bueno, cuando nos montamos en el “Sube y baja”….se podrán imaginar que de mi lado bajó, pero más nunca subió….

Mi hermana gritaba, presa del terror en las alturas en un extremo del perol ese, yo lloraba en el otro extremo que quedaba indefectiblemente sustentado a la ley de la gravedad terrestre debido a que la física nunca se equivoca y por aquello de que mientras más volumen más peso y más peso más atracción hacia el centro de la tierra y por lo tanto NO PODÍA DESPEGARME DEL PISO…..Si si si, ni el mismísimo Newton hubiera podido ante aquella situación….  y veía como mi hermana movía sus pies en el aire… y llegó entonces mi papá y no se le ocurrió otra cosa que guindarse del extremo donde estaba mi hermana para bajarla y yo de este lado llorando porque no entendía por qué si era un “Sube y baja”…. de mi lado no subía… y bue….

Aquello fue una experiencia que me abriría los sentidos, fue algo así como una experiencia religiosa, una epifanía o algo de esas cosas raras, ya que me marcó en lo que me iniciaría en mi largo recorrido de saber y entender que los gorditos vemos el mundo con ojos distintos a los demás seres humanos que no son tan gorditos.


Es que los gordos, podemos medir la vida de una manera distinta a la de los demás. Por ejemplo, aquí en Venezuela, las unidades de distancia para nosotros no las expresamos en metros o cuadras si estamos en una ciudad….¡No no no! Nosotros expresamos las distancias en: PANADERÍAS, AREPERAS, KIOSKOS DE EMPANADAS, CHICHARRONERAS, entre otros. Sí, así como lo leen. 

Por ejemplo andas buscando una dirección y te paras en una esquina a preguntar:

-     - Pana, una pregunta: ¿Dónde queda el Colegio nuestra señora del Buen Pan? (Vean que todo lo relacionamos con comida)

Si nos responden de esta manera:

-     - Amigo, tienes que tomar la carrera 24, sigues derecho por 4 cuadras hasta la 37, ahí cruzas a la derecha, empalmas con la Bolívar, luego sigues derecho tres cuadras más hasta que llegues a la avenida las palmas….bla bla bla…no entendemos nada, porque el tipo no capto nuestra atención….así de simple. En la segunda indicación, ¡¡Ya tenemos hambre!!
 ¡Deben hablarnos en nuestros términos!

Si el tipo nos explica así:

-     -  Mira, en la esquina que viene hay una panadería, vas a cruzar ahí, le das cuatro cuadras derecho y cruzas donde hay un quiosco que venden bollos de chicharrón (¡¡¡Ya para esta altura, nos estamos imaginando esos bollos!!!), esa es la 37 (ok, no me importa, ¿a cómo serán esos bollos?) ahí cruzas a la derecha, empalmas en la Bolívar donde está la arepera esta, AREPAS LA MAZORCA FELIZ (nuevamente música para nosotros y de repente, te imaginas comiéndote el bollo…pero la arepa ahí!!… si si si, sonriéndote y rellenota de sabor)
-      - ¡¡Ahhh!! ya sé vale, ¡Eso queda al lado de la dulcería EL DIABETICO FELIZ! ¡Si chamo, ahí es!…..Y una vez más, gracias a la comida, hemos conseguido una dirección.


Mira, es que mientras vamos creciendo, nos acostumbramos a ver al mundo bajo esta óptica y por más que nos digan “Tienes que rebajar, es por tu bienestar y por tu salud….piensa en los muchachos” pana, uno los únicos muchachos que se imagina, cuando dicen esa frase, son los muchachos horneados en salsa negra que prepara tu abuela, porque así somos. Fíjense que hace como un año, me dio un beriberi, como dicen, que si los triglicéridos y esas cosas y me desmayé y todo… Cuando desperté, por allá vi al doctor que me decía: “Tranquilo amigo, ya le pusimos unos calmantes y suero…” yo estaba mal, lo miré y le dije: “Doctor: tengo hambre, ¡míguele una arepita al suero por favor!... Así somos los gorditos. 

Aunque les confieso que los seres más felices (que de hecho nos da una envidia terribleeeee) son aquellos flacos, delgados que tragan como unos degenerados y no engordan…..¡Benditos ellos pues de ellos será el servicio de cattering en el cielo! ¡Amén!

Pero somos felices, siempre tenemos muchos amigos, porque los demás piensan que como somos gorditos, siempre tenemos mucha comida con nosotros….Craso error…Cuando yo estaba en primaria, no tenía tanta comida, es decir, mi merienda y ya.  Lo que me daba mi mamá para la época que era un desayuno balanceado: Una arepa rueda ´e camión frita, embadurnada de mantequilla con mucho diablito y queso rallado, ¡Eso era lo máximo!…..bueno, a veces en vez de diablito era huevo, tampoco la cosa era así pues.

Bueno, lo cierto es que yo me rodeaba de lo más granado de los niños de la escuela, tenía mis grupos de amigo perfectamente etiquetados, estaban los que llevaban arepa, igual que yo, los que llevaban pan, los que llevaban empanada, los que llevaban plata y los aburridos……esos que llevaban….galletas….a esos, les hacíamos bullying…. Y si las galletas eran de soda bueno, no quiero ni contarles...

En esa época escolar también llega la primera novia, recuerdo que la mía tenía un nombre raro, para la época, se llamaba Adela, lo recuerdo perfectamente porque me rimaba con mortadela…siempre asociando todo a comida.
Nuestro romance fue fugaz. Ella tenía 7 y yo 8. Salimos a recreo un día. Me miró, la miré, destapé mi arepa, sonrió, destapó su empanada, sonreí más me le acerqué y le dije:
-      -¡Hola!...
-      ella respondió:
     - ¡Hola! ¿Me das de tu arepa?
-      Y yo le dije: 
     - Sí, te la regalo…
-      - ¡Gracias! Respondió…
-      Yo le pegunté: 
      - ¿Me das de tu empanada?
-      Y me respondió: 
     - ¡NO! Y se dio media vuelta y se fue.... con mi arepa y su empanada…. ¡Que dolor! ¡Que tristeza! Aun la recuerdo…..¡A la arepa, claro!

¡En ese instante supe que es mejor regalarle ropa a las mujeres! Bueno, a veces.
Pero en realidad nos acostumbramos a ver la vida con esa visión, miren por ejemplo, en mi primera comunión, salgo en la foto ¡Con un sándwich mordido y un vaso de chocolate! Y no sólo yo, todos los que la hicimos en ese entonces. ¡Y de paso, pensaba yo, en ese entonces, que San Nicolás era mi abuelo! Diosss!

Pero así crecimos, todos los que somos gorditos contemporáneos recordaremos como fueron esos alimentos de aquellos años 80 y la diferencia con los de hoy en día y como empezamos a notar cuando crecimos que éramos algo más creciditos que los amigos, por ejemplo, cuando comenzamos a meternos pantalones de adultos y tus amigos aún usaban PQEUEÑIN para la escuela, una marca infantil.

Y luego de crecidos uno mantiene esas mismas proporciones en el cuerpo. Mira, la otra vez (y esto es verdadero, claro, tampoco es que lo anterior no lo sea) me estaba midiendo unos pantalones en una tienda donde suelo comprar trajes, pero ese día decidí comprar unos jeans. Bueno resulta que el vendedor me llevó al probador unos que eran stretch (en realidad nunca entendí porque)…se podrán imaginar que no me pasaron de los muslos, pero lo peor no fue eso, lo peor fue que de una pierna, no me quiso pasar de la batata (pantorrilla, pues)…O sea, ya me había salido de un lado pero de la otra batata no! Y tuve que llamar a mi esposa que se orinaba de la risa, para que me ayudara…claro, comenzó con la labor como 10 minutos después…. Cuando el ataque de risa hubo terminado, y yo entre pena, risa y tratando de mantener la dignidad, tuve que solicitar ayuda al vendedor y entre los dos me halaban el pantalón hasta que lograron, no sin antes sudar (no sé si de la risa o del esfuerzo), sacar el pantalón…. Este es el tipo de cosas que nos sucede a los gorditos. Divertidas, ¿cierto? Por lo menos, aburridos no somos.

Pero a fin de cuentas, aun sabiendo que debemos cuidarnos por la salud y “Los muchachos”,  los gorditos somos felices a nuestra manera y este mundo es un mundo mejor gracias a nosotros y nuestras figuras, sino pregúntenle a Botero.


Y si la felicidad se comiera, les aseguro que yo…. ¡Le echaría azuquita por encima!

Se despide de ustedes, chacho fitness.


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