viernes, 8 de abril de 2016

Recordando a mi padre

Tenía mucho tiempo sin escribir en este blog, mi espacio en el cual comparto mi imaginario mundo desde lo que creo que se llama vida o existencia. Hoy escribo precisamente para hablar sobre eso, nuestra existencia en este mundo y nuestro tránsito por la vida y los mejores influenciadores que siempre existirán, los padres.

Mi padre, Alfredo Monsalve, ha dejado de existir en este mundo imaginario y se ha ido al mundo de lo certero, cerca del amor de Dios, Jesús, Yahvé o como quiera que cada uno de nosotros le llame dentro de su religión.

Alfredo Monsalve
Los padres moldean el carácter de los hijos y siempre serán el ejemplo a seguir (sea este bueno, malo, sencillo o complejo), siempre va a ser así pues los padres son los primeros superhéroes o antihéroes de los niños….y si son hembras pueden ser desde su primer príncipe azul hasta su primer desamor. Esto es digno de hablarse, discutirse porque creo personalmente, que cada padre en el mundo debe tener grabado en la conciencia que, según te comportes y actúes frente a tus hijos, aun cometiendo errores, esto hará que ellos se forjen como buenos hombres y mujeres del mundo.

La frase de amor más grande de un padre a sus hijos puede ser cualquiera que haya tenido un significado e impacto profundo en la vida, aun cuando no se entienda en el momento que nos la dicen sino años después cuando el destino te hace entender que en realidad ellos tenían razón con cada consejo que te dieron por tu bien.

Recuerdo que mi papá siempre nos dijo (a mí y a mi hermana) que uno no puede vivir la vida de una manera fresca (“Viva la pepa” como él, en sus ratos de humor, decía) sino que ante el compromiso de cada reto que tomamos, debemos ser responsables, serios y demostrar que siempre estaremos preparados para lo que la vida nos ponga por delante. Nos enseñó a ser guerreros y a afrontar adversidades y poniendo esos rasgos en práctica en esta vida de adultos que llevamos, hemos tenido éxito en unas ocasiones y en otras no tanto, pero hemos sabido llevar los fracasos y las derrotas con humildad y pundonor para poder seguir viviendo en una vida llena de pocos momentos de felicidad y muchos momentos de retos que nos miden y forjan nuestro carácter.

Papá me enseñó a reír, a valorar cada momento, a tomar café en las mañanas, a saber que cuando se ama mucho se puede sufrir al punto de enfermar de amor y de celos, me enseñó que las cosas en la vida deben estar bien hechas y que cada cual es responsable de las palabras que dice y de las actos que ejecuta y confieso que aún estoy en una constante búsqueda de descifrar tantas cosas más que dijo y que hizo en su vida, buenas y malas porque al final, soy yo quien debe descifrar si precisamente fueron eso, buenas o malas.

Papá era un hombre de un temple único, tenía una manera muy particular de ver la vida, quiero compartir partede los momentos que recuerdo y las cosas que hacía, que marcaron momentos agradables en la vida de mi hermana y en la mía, pues esos son los momentos que vale la pena recordar, los demás ya están olvidados y sepultados mucho antes de que él partiera de esta vida.

Fanático número uno del boxeo, papá siempre esperaba ver en Venevisión las más destacadas peleas en la época en la que “Mano é piedra Durán” le partía la cara a todo aquel que se le atravesaba y en la que una pelea por un campeonato mundial, era leña pura y sólida desde el primer round y hasta el último o en su defecto, hasta que hubiera un knock out de esos que te angustiaba tanto que durabas dos días rezando por el pobre cristiano caído en lona. Era gran admirador de los comentaristas de la época: Gonzalo López Silvero, Delio Amado León y Mario Duboy……si, rodaron muchas cédulas.


En cada pelea, mi viejo se ponía a observar detalladamente a los contrincantes y él, desde su silla, ejecutaba los movimientos defensivos y soltaba manotazos a granel, haciéndonos saber así que estaba disfrutando al máximo del pugilismo…. Ciertamente peligroso atravesar por la sala entre él y el tv, ¿para que les cuento? era algo digno y muy divertido de ver a la  vez.

Otra de las cosas con las que papá era obsesivo pero a la vez cómico, era con las enfermedades. Cada vez que a alguno de nosotros (mi hermana o yo) se nos ocurría decir que nos dolía algo, el solía decir: “Venga que le voy a echar Vaporub para que se mejore” y nos embadurnaba de Vaporub en cualquier parte que aseguráramos existía la dolencia o el malestar. El Vaporub en mi casa se usaba para dolores de cabeza, dolores de muela, paperas, mal de ojo, emparches de estómago, envidia, protección solar y derretido combatía efectivamente el acné, la tos, el pecho “trancao” y derrotaba las brujas que raptaban niños buenos, o sea que en ese entonces, el Vick Vaporub era algo así como el McGyver de los remedios. En fin, a veces nos callábamos las dolencias para no estar oliendo todo el día a mentol, pero esa era su manera de decirnos: “Aquí estoy y esto te hará sentir mejor”. Siempre pienso que mi padre fue la inspiración del padre  de la novia en la película Mi Gran Boda Griega, sólo que sustituyeron el Vaporub por limpiador de ventanas.

El McGyver de los remedios

Dentro del dolor por la pérdida de un ser amado, hay etapas que nos sirven para poder superar esto que, más allá de una ausencia, pasa a ser la aceptación de que te estás quedando sólo en este mundo, de que una parte de tu escudo de protección ya no está, se ha ido y que tu primer superhéroe se ha marchado a otro lugar, lejos, desconocido pero destino cierto para todos y  que desde ahí, te seguirá cuidando de igual manera. El humor, sano, es una buena terapia y una mejor manera de recordar a los que se han ido y nos han dejado un legado, es por esto que con todo respeto disfruto de compartir estas anécdotas de mi papá con todos los que lean estas líneas.

Hoy digo: Papá, Dios te bendiga, así como tantas veces nos bendijiste a nosotros. Siempre serás nuestro padre, luz y guía para cada momento de nuestra vida y, a pesar de los errores que como ser humano imperfecto cometiste, siempre serás para nosotros un héroe, un príncipe azul y un patriarca ejemplar.

Cuídanos papá, estaremos acá, hasta que nos toque estar allá, contigo.

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